
ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL EN EL DESARROLLO DE SUS NEGOCIOS EN COLOMBIA Y EN EL EXTERIOR

Arbitrar el futuro: repensar la resolución de disputas globales en una era de disrupción estratégica –perspectiva 2035
Por: Daniel Peña Valenzuela
Introducción
Para 2035, el arbitraje internacional se redefinirá no solo por la innovación jurídica, sino también por su relevancia estratégica en un mundo marcado por la fragmentación geopolítica, la aceleración tecnológica y la transición ecológica. El arbitraje ya no es un mecanismo periférico para las disputas comerciales, sino que se está convirtiendo en un escenario central en el que los Estados, las empresas y los actores transnacionales negocian el poder, la legitimidad y el riesgo. A medida que la gobernanza global se vuelve más controvertida y multipolar, el arbitraje debe evolucionar para abordar disputas complejas que reflejan las prioridades estratégicas de un mundo en rápida transformación.
Los estudios sobre el futuro no se limitan a pronosticar lo que nos depara el porvenir, sino que examinan críticamente el presente para comprender cómo los valores, los sistemas y las decisiones actuales configuran los futuros posibles. Al analizar las suposiciones y las estructuras de poder actuales, este campo revela cómo el futuro ya se está construyendo en el presente.
Sus herramientas, como la planificación de escenarios y el backcasting, dependen de las tendencias y perturbaciones actuales para imaginar alternativas. Esto convierte a los estudios sobre el futuro en una lente estratégica para repensar los retos actuales, lo que permite tomar decisiones más inclusivas y anticipatorias basadas en las realidades actuales.
La evolución del arbitraje internacional no puede entenderse únicamente desde la perspectiva del desarrollo jurídico. Si bien comparte similitudes estructurales con otras instituciones jurídicas, como la codificación, el perfeccionamiento de los procedimientos y la aparición de órganos especializados, su trayectoria ha estado marcada de forma única por las exigencias del comercio transfronterizo y la necesidad de mecanismos neutrales de resolución de controversias. El arbitraje surgió como una respuesta pragmática a las limitaciones de los tribunales nacionales para manejar conflictos transnacionales, especialmente en contextos en los que la soberanía, la jurisdicción y la aplicabilidad planteaban retos importantes.
Las condiciones políticas y económicas han desempeñado un papel decisivo en la configuración de la arquitectura institucional del arbitraje. Desde el auge de los tratados bilaterales de inversión (TBI) hasta la proliferación de los acuerdos de libre comercio, los Estados han adoptado cada vez más el arbitraje como herramienta para atraer la inversión extranjera y mitigar el riesgo geopolítico. La expansión de los mercados mundiales tras la Guerra Fría, junto con la liberalización de los regímenes comerciales, creó un terreno fértil para el florecimiento del arbitraje. Instituciones como el CIADI y la CNUDMI cobraron importancia no solo por su sofisticación jurídica, sino porque ofrecían previsibilidad y legitimidad en entornos políticamente sensibles.
Igualmente importante ha sido la evolución de las prácticas comerciales y las estrategias corporativas. A medida que las empresas multinacionales expandían sus operaciones a través de las jurisdicciones, la necesidad de mecanismos de resolución de disputas eficientes, confidenciales y ejecutables se volvió primordial. El arbitraje se adaptó a estas necesidades ofreciendo flexibilidad procesal, autonomía de las partes y ejecutabilidad en virtud de instrumentos como la Convención de Nueva York. Hoy en día, el arbitraje refleja una interacción dinámica entre las normas jurídicas, el pragmatismo comercial y las consideraciones geopolíticas, lo que lo convierte no solo en una institución jurídica, sino en un instrumento estratégico de gobernanza global.
Presiones estratégicas y nuevas fronteras de controversia
La idea de una «crisis» en el arbitraje suele derivarse de preocupaciones sobre la legitimidad, la transparencia, el costo y la coherencia, especialmente en la solución de controversias entre inversores y Estados (ISDS). Los críticos argumentan que el arbitraje se ha vuelto excesivamente legalista, costoso y desconectado de las necesidades de las comunidades afectadas o de los intereses públicos. Algunos señalan la reacción negativa de los Estados que revisan o se retiran de los tratados, o la fragmentación procesal y la imprevisibilidad de los resultados arbitrales.
Sin embargo, estas mismas tensiones pueden indicar un renacimiento más que un declive. El arbitraje está evolucionando, adoptando reformas como una mayor transparencia, diversidad en el nombramiento de árbitros e innovaciones procesales. Las crisis, como sostienen algunos académicos, pueden catalizar la transformación: empujando a las instituciones a adaptarse, perfeccionarse y volver a legitimar sus funciones. El auge de los tribunales especializados, los nuevos códigos de conducta y la mayor participación de las partes interesadas sugieren que el arbitraje no se está derrumbando, sino recalibrando, hacia un futuro más receptivo y resistente.
Multipolaridad y auge del arbitraje estratégico
La erosión del consenso jurídico unipolar está dando paso a un panorama arbitral multipolar. Los centros arbitrales regionales están ganando protagonismo, no solo como alternativas a las instituciones tradicionales, sino como plataformas estratégicas alineadas con los intereses nacionales y regionales. Este cambio refleja una recalibración más amplia de la autoridad jurídica, en la que los foros arbitrales se seleccionan no solo por su neutralidad, sino también por su capacidad para reflejar las alineaciones geopolíticas y las preferencias normativas.
El panorama de la resolución de disputas internacionales ha experimentado una notable expansión, marcada por la proliferación de centros y foros especializados en todas las jurisdicciones. Instituciones como el Centro Internacional de Arbitraje de Singapur (SIAC) https://siac.org.sg/ , el Centro de Arbitraje Internacional de Bombay (MCIA) https://mcia.org.in/ y el Centro Internacional de Arbitraje y Mediación de Hyderabad https://iamch.org.in/ han ganado rápidamente protagonismo, gestionando miles de millones en disputas transfronterizas y reflejando una creciente demanda de mecanismos con base regional y credibilidad global. Estos centros ofrecen no solo arbitraje, sino también mediación y modelos híbridos, respondiendo a la necesidad de procesos flexibles, eficientes y adaptados a la cultura.
Al mismo tiempo, el auge de los tribunales comerciales internacionales (CCI) en jurisdicciones como Dubái, Abu Dabi, Singapur y la Europa posterior al Brexit señala un cambio estratégico. Estos tribunales combinan los procedimientos del derecho anglosajón con capacidades multilingües y experiencia judicial internacional, posicionándose como alternativas competitivas al arbitraje tradicional. Su aparición refleja motivaciones geopolíticas y económicas más amplias: los Estados buscan proyectar su poder blando, atraer la inversión extranjera y establecerse como centros jurídicos en la economía mundial.
Esta diversificación de los foros no es meramente institucional, sino conceptual. El crecimiento de las plataformas digitales de resolución alternativa de disputas (ADR), las herramientas de resolución asistidas por inteligencia artificial y los procedimientos híbridos ha redefinido el acceso y la participación en la resolución de disputas a nivel mundial. A medida que los sistemas jurídicos se adaptan a los cambios tecnológicos y a la complejidad transnacional, la expansión de los centros y foros no representa una fragmentación, sino una innovación. Señala un renacimiento en la resolución de disputas, más plural, receptiva y estratégicamente alineada con los contornos cambiantes del comercio y la gobernanza internacionales.
En este contexto, el arbitraje se convierte en una herramienta de posicionamiento estratégico. Los Estados y las empresas se involucran cada vez más en la selección de foros y el diseño de procedimientos como parte de cálculos geopolíticos más amplios. El auge de los tratados regionales y los marcos de inversión, a menudo con mecanismos de resolución de disputas incorporados, refuerza aún más el papel del arbitraje como lugar de pluralismo jurídico y controversia estratégica.
Disputas sobre el clima, la energía y los recursos
La transición energética mundial está generando una nueva ola de disputas centradas en la regulación climática, las obligaciones medioambientales y el acceso a minerales críticos. El arbitraje desempeñará un papel fundamental en la resolución de conflictos sobre infraestructuras ecológicas, mercados de carbono y la reconfiguración de los sistemas energéticos. Estas disputas no son meramente comerciales, sino que implican cuestiones de soberanía, justicia ecológica y control estratégico de los recursos.
A medida que los Estados revisan los marcos normativos para cumplir los objetivos climáticos, los inversionistas pueden impugnar las medidas que afectan a la rentabilidad o la valoración de los activos. El arbitraje tendrá que conciliar la protección de los inversionistas con la evolución de las normas medioambientales, equilibrando las obligaciones de los tratados con las necesidades planetarias. La importancia estratégica de minerales como el litio, el cobalto y las tierras raras intensificará aún más las disputas sobre los derechos de extracción, los regímenes de concesión de licencias y las interrupciones de la cadena de suministro.
La protección del medio ambiente y la transición energética mundial están cada vez más entrelazadas como cuestiones emergentes de arbitrabilidad, lo que está remodelando los contornos del arbitraje comercial y de inversiones. A medida que los Estados adoptan políticas climáticas, como la eliminación gradual de los combustibles fósiles, la regulación de las emisiones o los incentivos a las energías renovables, los inversionistas han comenzado a impugnar estas medidas en virtud de tratados bilaterales y multilaterales. Ya han surgido disputas sobre el precio del carbono, las tarifas reguladas y los cambios retroactivos en los incentivos a las energías verdes, lo que pone de manifiesto cómo la regulación medioambiental y las políticas de transición energética afectan directamente a las expectativas contractuales y basadas en tratados.
Esta convergencia también ha dado lugar al auge de las cláusulas medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en los contratos, que incorporan obligaciones de sostenibilidad en las relaciones comerciales. Estas cláusulas se están poniendo a prueba en foros arbitrales, lo que plantea cuestiones de procedimiento y de fondo sobre la aplicabilidad, la jurisdicción y las consideraciones de interés público. Por lo tanto, el arbitraje está evolucionando para dar cabida a reclamaciones complejas relacionadas con el riesgo climático, los cambios normativos y los daños medioambientales, lo que exige a los tribunales equilibrar la protección de los inversionistas con los derechos soberanos de regular en aras de la sostenibilidad. Lejos de ser periféricas, las cuestiones medioambientales y de transición energética están pasando a ser fundamentales para el futuro de la propia arbitrabilidad.
Tecnología, innovación de doble uso y sensibilidades estratégicas
La innovación tecnológica, en particular en inteligencia artificial, biotecnología y sistemas de doble uso, está remodelando los contornos de la resolución de disputas transnacionales. Los contratos que implican tecnologías sensibles se cruzan cada vez más con la seguridad nacional, la gobernanza de datos y la regulación ética. El arbitraje debe adaptarse para manejar disputas que involucran algoritmos patentados, biología sintética y sistemas autónomos, a menudo en contextos donde la confidencialidad y el control estratégico son primordiales.
Estas controversias requieren garantías procesales especializadas, conocimientos técnicos y sensibilidad normativa. El arbitraje tendrá que desarrollar protocolos para gestionar la información clasificada, proteger la propiedad intelectual y resolver reclamaciones que impliquen tanto intereses comerciales como imperativos estratégicos. La convergencia de los riesgos tecnológicos y geopolíticos convertirá al arbitraje en un foro fundamental para navegar por los límites de la innovación y la regulación.
Para 2035, la inteligencia artificial se habrá convertido en un componente estructural del arbitraje internacional. Los sistemas de IA ayudarán en la clasificación de casos, el análisis jurisdiccional y la predicción de resultados basándose en precedentes y perfiles de tribunales. Esta integración acelerará los procedimientos, reducirá los costos y mejorará la coherencia argumentativa. Sin embargo, también planteará retos éticos relacionados con la transparencia, la autonomía de las partes y la supervisión algorítmica. Las instituciones arbitrales habrán desarrollado marcos normativos para garantizar que la intervención tecnológica respete los principios fundamentales del debido proceso. Las tecnologías descentralizadas, como el blockchain, habrán transformado la gestión de las pruebas y la ejecución de los laudos.
Los contratos inteligentes incluirán cláusulas de arbitraje autoejecutables que activarán procedimientos automatizados en caso de incumplimiento. Las pruebas digitales se almacenarán en cadenas de custodia verificables, lo que garantizará su integridad y trazabilidad. Los laudos arbitrales se codificarán para su reconocimiento instantáneo en virtud de los convenios internacionales, lo que facilitará su ejecución sin fricciones jurisdiccionales. Esta infraestructura consolidará el arbitraje como un mecanismo fiable en entornos caracterizados por la volatilidad normativa.
La computación cuántica y los sistemas de traducción neuronal multilingüe habrán ampliado el alcance y la sofisticación del arbitraje. Los algoritmos cuánticos simularán conflictos normativos complejos y anticiparán escenarios normativos en disputas relacionadas con inversiones, tecnología y medio ambiente. Mientras tanto, la traducción automática de alta precisión garantizará la plena participación de partes lingüísticamente diversas sin sacrificar los matices jurídicos. Estas tecnologías redefinirán el papel de los árbitros, que no solo interpretarán las normas, sino que mediarán entre paradigmas normativos divergentes. El arbitraje se convertirá en un instrumento estratégico para la cooperación global y la gobernanza jurídica en tiempos de perturbación.
Innovación institucional y recalibración normativa
Reconfiguración de la legitimidad y la participación
La legitimidad del arbitraje en el horizonte de 2030 dependerá de su capacidad para incorporar perspectivas más amplias de las partes interesadas y responder a las preocupaciones de interés público. Las disputas relacionadas con daños medioambientales, derechos indígenas e impacto social requerirán mecanismos que vayan más allá de la autonomía tradicional de las partes. Las instituciones deben ampliar la inclusividad procesal mediante herramientas como las intervenciones de terceros, las audiencias públicas y la representación de la comunidad.
Esta evolución refleja un cambio estratégico del arbitraje como recurso privado al arbitraje como foro cuasi público. A medida que las disputas afectan cada vez más a los bienes comunes globales y colectivos, la legitimidad de los resultados arbitrales dependerá de la transparencia, la rendición de cuentas y la coherencia normativa. Las instituciones deben diseñar procedimientos que se adapten a los intereses plurales, preservando al mismo tiempo la integridad y la aplicabilidad de los procedimientos.
Arbitraje aumentado por IA e inteligencia estratégica
La inteligencia artificial transformará la práctica del arbitraje, no solo a través de la automatización, sino también a través de la inteligencia estratégica. El análisis predictivo, el procesamiento del lenguaje natural y los sistemas de apoyo a la toma de decisiones mejorarán la gestión de casos, el análisis de precedentes y la modelización de riesgos. Estas herramientas permitirán a las partes simular resultados, optimizar estrategias y anticipar el comportamiento de los árbitros.
Sin embargo, la integración de la IA plantea preocupaciones estratégicas sobre el sesgo, la opacidad y el control. Las instituciones deben establecer marcos de gobernanza que garanticen la responsabilidad algorítmica, la supervisión humana y el cumplimiento ético. El arbitraje se convertirá en un espacio híbrido en el que el juicio humano y la inteligencia artificial coproducirán resultados jurídicos, lo que requerirá nuevas normas de transparencia y equidad procesal.
Reforma de los tratados y reafirmación de la soberanía
Los Estados están reafirmando su soberanía mediante la reforma de los tratados, incorporando cláusulas que protegen la autonomía regulatoria en ámbitos como la política climática, la salud pública y la estabilidad financiera. Estas reformas reflejan un reajuste estratégico de la legislación en materia de inversiones, en el que se está renegociando el equilibrio entre la protección de los inversionistas y la discrecionalidad de los Estados.
Los árbitros se enfrentarán a complejos retos interpretativos al aplicar el lenguaje evolutivo de los tratados a contextos políticos dinámicos. Las controversias implicarán cada vez más cuestiones de proporcionalidad, necesidad y legitimidad, lo que exigirá a los árbitros que se comprometan con fundamentos estratégicos más amplios. La proliferación de tratados y marcos regionales que se superponen complicará aún más el análisis jurisdiccional y la coherencia normativa.
Configurando el árbitro del futuro
Formación estratégica para un panorama jurídico complejo
El árbitro de 2035 debe ser más que un técnico jurídico: debe ser un intérprete estratégico de la complejidad global. A medida que las controversias impliquen cada vez más jurisdicciones superpuestas, tecnologías sensibles y normas controvertidas, los árbitros necesitarán una formación multidisciplinaria que combine el rigor jurídico con la conciencia geopolítica, los conocimientos tecnológicos y el discernimiento ético.
El género se ha convertido en una cuestión fundamental en el arbitraje, no solo como una cuestión de representación, sino como una preocupación estructural que determina la legitimidad, la equidad y la credibilidad institucional. En 2023, las principales instituciones arbitrales informaron de un aumento modesto pero significativo en el nombramiento de árbitras, como la tasa del 29,7 % de confirmaciones y nombramientos de mujeres de la CCI. Sin embargo, persisten las disparidades, especialmente cuando las partes o los coárbitros controlan las nominaciones, donde las mujeres siguen siendo seleccionadas con mucha menos frecuencia. Este desequilibrio ha dado lugar a iniciativas como el Compromiso por la Igualdad de Representación en el Arbitraje y grupos de trabajo interinstitucionales para promover prácticas de nombramiento más inclusivas.
Más allá de la representación, el género también está influyendo en las normas procesales y las expectativas sustantivas. Se ha demostrado que los tribunales diversos enriquecen la deliberación y aumentan la confianza de las partes interesadas, especialmente en disputas relacionadas con los derechos humanos, las obligaciones ESG o el impacto en la comunidad. Además, la comunidad arbitral reconoce cada vez más que la diversidad de género no puede reducirse únicamente a métricas binarias, sino que se entrecruza con cuestiones más amplias de identidad, acceso y equidad. A medida que evoluciona el arbitraje, el género ya no es una preocupación periférica, sino una lente a través de la cual se redefinen la legitimidad, la capacidad de respuesta y la justicia global.
Las dimensiones clave de la formación futura de los árbitros incluyen
Fluidez geopolítica y normativa: Los árbitros deben comprender los intereses estratégicos de los Estados y las empresas, la dinámica de los sistemas jurídicos regionales y las implicaciones de la reforma de los tratados. La formación debe incluir módulos sobre gobernanza global, marcos de soberanía y economía política de la resolución de disputas.
Competencia tecnológica y gobernanza de datos: Dado que la inteligencia artificial, la biotecnología y la infraestructura digital estarán en el centro de las disputas futuras, los árbitros deben estar familiarizados con conceptos técnicos como el sesgo algorítmico, la ciberseguridad y la propiedad intelectual en los ámbitos emergentes. Esto requiere la colaboración con ingenieros, científicos de datos y especialistas en ética en el diseño de los programas de formación.
Análisis del impacto ambiental y social: A medida que proliferan las disputas relacionadas con el clima y los criterios ESG, los árbitros deben estar preparados para evaluar las evaluaciones ambientales, los informes de impacto en la comunidad y los indicadores de sostenibilidad. Esto exige la integración de la legislación medioambiental, las ciencias sociales y las metodologías de participación de las partes interesadas en la formación de los árbitros.
Innovación procesal y diseño adaptativo: El árbitro del futuro debe ser capaz de adaptar los procedimientos a disputas complejas, con múltiples partes y normas. Esto incluye estar familiarizado con mecanismos híbridos, audiencias digitales y herramientas participativas como el amicus curiae y las consultas públicas.
Reflexividad ética, de género y normativa: Más allá de la neutralidad, los árbitros deben cultivar la reflexividad ética, es decir, la conciencia de cómo las decisiones legales configuran los bienes públicos, la legitimidad institucional y las normas globales. Esto incluye reconocer cómo las dinámicas de género influyen en el acceso a la justicia, la equidad procesal y la percepción de la autoridad arbitral. La formación debe incorporar estudios de casos sobre los prejuicios de género, las disparidades representativas y las implicaciones normativas de la adjudicación inclusiva en espacios de gobernanza controvertidos.
Comunicación estratégica y liderazgo institucional: Los árbitros actuarán cada vez más como actores institucionales, configurando la evolución de las normas y prácticas arbitrales. El liderazgo inclusivo en materia de género es esencial para esta transformación. Los árbitros deben estar preparados para participar en una comunicación estratégica que refleje las diversas perspectivas de las partes interesadas, promover una representación equitativa en los nombramientos y contribuir a las reformas institucionales que incorporen la paridad de género y la conciencia interseccional en el ecosistema arbitral.
Para lograrlo, las instituciones arbitrales, las universidades y las redes profesionales deben colaborar en el diseño de planes de estudio avanzados, entornos de aprendizaje basados en simulaciones y programas de certificación interdisciplinarios. La formación de los árbitros debe evolucionar desde la enseñanza jurídica estática hacia una educación estratégica dinámica, que los prepare para navegar por las disputas volátiles, plurales y de alto riesgo de la próxima década.
Conclusión: Hacia un arbitraje estratégico en un mundo complejo
Para 2035, el arbitraje internacional no solo servirá como instrumento estratégico de gobernanza global, sino que también reflejará las demandas cambiantes de inclusión, transformación tecnológica y pluralismo regional. La diversidad de género será fundamental para su legitimidad, y pasará de ser una representación simbólica a una equidad estructural en los nombramientos, el liderazgo y el diseño de los procedimientos. Iniciativas como el Compromiso de Representación Equitativa en el Arbitraje han sentado las bases, pero se necesitan reformas más profundas para abordar las disparidades persistentes en los árbitros designados por las partes y garantizar la inclusión interseccional en cuanto a género, origen étnico y experiencia profesional. Un ecosistema arbitral verdaderamente representativo mejorará la confianza, enriquecerá la deliberación y se alineará con los imperativos más amplios de la justicia global.
La transformación tecnológica redefinirá tanto el fondo como el procedimiento del arbitraje. La gestión de casos asistida por IA, los protocolos de pruebas digitales y las audiencias virtuales se convertirán en la norma, lo que exigirá nuevas competencias en materia de análisis de datos y ética, así como responsabilidad algorítmica. El arbitraje también se ocupará cada vez más de las controversias derivadas de las tecnologías emergentes, como la cadena de bloques, la computación cuántica y la gobernanza de plataformas, lo que exigirá a los tribunales interpretar cuestiones jurídicas novedosas con una visión interdisciplinaria. Las instituciones deben invertir en infraestructuras con conocimientos tecnológicos y en normas de procedimiento adaptables para mantener su credibilidad en este terreno en rápida evolución.

Desafíos legales y vías estratégicas para la protección de la biodiversidad en Colombia: hacia una transición económica verde
Por Daniel Peña Valenzuela, socio de Peña Mancero Abogados
I. Introducción
El marco constitucional de Colombia establece la protección de la biodiversidad como un deber fundamental del Estado y un derecho de todos los ciudadanos (derecho fundamental y colectivo). Como uno de los países con mayor megadiversidad del mundo, Colombia se enfrenta a un complejo desafío jurídico y político: cómo conciliar su riqueza ecológica con las exigencias del crecimiento económico, el comercio internacional y el desarrollo rural. La expansión de la frontera agrícola, la aparición de mercados bioeconómicos y el auge del ecoturismo como herramienta de financiación de la conservación exigen una respuesta jurídica coherente.
Este artículo examina los mecanismos normativos, institucionales y fiscales necesarios para transformar la biodiversidad de un activo vulnerable en un pilar estratégico de la transición económica verde de Colombia.
II. Frontera agrícola e instrumentos jurídicos para el uso sostenible de la tierra
La reciente actualización de la frontera agrícola de Colombia revela un total de 42,9 millones de hectáreas, una cifra que subraya tanto la magnitud del potencial productivo como la urgencia de una intervención legal. Dentro de esta frontera se encuentran vastas áreas de suelos degradados o infrautilizados que, si se reconvierten bajo marcos legales adecuados, podrían sustentar sistemas agroforestales, modelos silvopastoriles y cultivos perennes como el cacao, el caucho, el aceite de palma certificado y la madera de ciclo largo. Estas transiciones no son meras innovaciones agronómicas, sino transformaciones legales que requieren regulaciones de zonificación, licencias ambientales e instrumentos de planificación del uso de la tierra alineados con la Ley 99 de 1993 y los mandatos del Sistema Nacional de Información Ambiental (SINA).
La justificación jurídica para promover estas transiciones se basa en su capacidad para reducir la deforestación, aumentar la productividad por hectárea y permitir el acceso a mercados internacionales que exigen una sostenibilidad verificable. El Reglamento de la Unión Europea sobre la Deforestación (EUDR), que se aplicará a las grandes empresas colombianas en 2025 y a las pequeñas y medianas empresas colombianas en 2026, impone estrictas obligaciones de diligencia debida a los importadores de productos básicos como el aceite de palma, la soja, el cacao y la madera. Por lo tanto, los productores colombianos deben adoptar sistemas de certificación y protocolos de trazabilidad legalmente reconocidos para seguir siendo competitivos y cumplir con la normativa.
III. Sistemas de certificación: relevancia jurídica, complejidad operativa e integración en el mercado
Los sistemas de certificación se entienden cada vez más no como normas voluntarias, sino como instrumentos jurídicos de acceso al mercado y cumplimiento de las normas medioambientales. Colombia debe institucionalizar y ampliar múltiples sistemas de certificación, cada uno con requisitos jurídicos, técnicos y operativos distintos. La Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO), por ejemplo, exige a los productores que demuestren transparencia, responsabilidad medioambiental y respeto por los derechos de la comunidad. Esto implica la verificación legal de la tenencia de la tierra, el cumplimiento de los protocolos de consentimiento libre, previo e informado (CLPI) y la alineación e e con las leyes forestales y medioambientales nacionales. En regiones como Meta y Chocó, donde la expansión de la palma se cruza con territorios étnicos y zonas posconflicto, la certificación RSPO debe ir acompañada de sólidas garantías legales para evitar el despojo de tierras y la degradación ecológica.
Del mismo modo, la certificación Bonsucro para la producción de caña de azúcar hace hincapié en la productividad, los derechos laborales y el impacto ambiental. En Colombia, su implementación debe sortear las complejidades del cumplimiento de la legislación laboral, los permisos de uso del agua y la regulación de los plaguicidas bajo la supervisión del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA). La Mesa Redonda sobre la Soja Responsable (RTRS), que exige una producción sin OGM, cero deforestación y responsabilidad social, plantea retos jurídicos adicionales, en particular en lo que se refiere a la armonización de sus normas con el marco regulador colombiano sobre organismos modificados genéticamente y evaluaciones de impacto ambiental.
VI. Trazabilidad y gobernanza de datos: creación de una base jurídica para la sostenibilidad
La trazabilidad es el eje legal de la certificación. Sin sistemas sólidos para georreferenciar las parcelas, supervisar la producción y verificar el cumplimiento, las certificaciones pierden credibilidad y aplicabilidad legal. Colombia debe legislar un sistema nacional de trazabilidad que incluya la cartografía geoespacial obligatoria de las parcelas de producción, vinculada a los registros catastrales y ambientales. Este sistema debe garantizar la interoperabilidad entre los conjuntos de datos públicos —como los gestionados por el IGAC, el ICA y la ANLA— y los datos del sector privado, respetando al mismo tiempo los principios de protección de datos consagrados en la Ley 1581 de 2012.
Los protocolos de verificación deben estar estandarizados y reconocidos legalmente, incluyendo auditorías de terceros, tecnologías de teledetección y sistemas basados en cadenas de bloques. Estos mecanismos deben estar regulados por la Superintendencia de Industria y Comercio para garantizar la transparencia, la rendición de cuentas y la confianza de los consumidores. Es fundamental que el marco jurídico incluya incentivos y asistencia técnica para los pequeños y medianos productores, que corren el riesgo de quedar excluidos de los mercados formales debido a los altos costos y la complejidad del cumplimiento. Esto incluye sistemas de certificación subvencionados, procedimientos de notificación simplificados y protecciones legales contra las prácticas discriminatorias del mercado.
V. Bioeconomía: instrumentos jurídicos para la innovación, la equidad y el acceso al mercado
La riqueza biológica de Colombia ofrece una oportunidad única para desarrollar una bioeconomía centrada en ingredientes naturales, insumos biológicos, biomateriales y compuestos bioactivos para la salud y la cosmética. Para aprovechar este potencial, el Estado debe promulgar y hacer cumplir instrumentos jurídicos que promuevan la protección de la propiedad intelectual, el acceso y la distribución de beneficios (ABS) y las asociaciones público-privadas. El marco jurídico debe garantizar que las patentes y los derechos sobre las variedades vegetales de los compuestos bioactivos estén protegidos en virtud de la Decisión Andina 486 y la legislación nacional sobre propiedad intelectual, al tiempo que se garantiza que las comunidades se beneficien de la comercialización de los recursos genéticos de conformidad, entre otros, con el Protocolo de Nagoya.
Las asociaciones público-privadas deben estar estructuradas legalmente para facilitar la coinversión en investigación y desarrollo, transferencia de tecnología e incubación de empresas bioeconómicas. Esto requiere la articulación de planes sectoriales, documentos CONPES (documentos de política pública) e incentivos fiscales para la innovación. También es esencial la simplificación normativa: deben simplificarse los procedimientos de registro de insumos biológicos y productos naturales en el INVIMA y el ICA para reducir las barreras de entrada al mercado.
VI. Ecoturismo y conservación: diseño y aplicación de la normativa
El ecoturismo, cuando se estructura legalmente, puede servir como mecanismo financiero para la conservación de la biodiversidad y el desarrollo inclusivo. Los componentes legales deben incluir límites exigibles a la capacidad de visitantes por destino, planes de gestión ambiental vinculantes y normas para el diseño de infraestructuras, la gestión de residuos y el uso del agua.
Las cadenas de valor locales deben incentivarse legalmente mediante beneficios fiscales, programas de capacitación y acceso preferencial a las áreas protegidas. Deben establecerse mecanismos de supervisión y aplicación para prevenir las prácticas turísticas depredadoras que degradan los ecosistemas y el valor reputacional. Las áreas protegidas, los territorios indígenas y las reservas privadas deben regirse por normas legales claras que equilibren el acceso con la conservación. El turismo de naturaleza, si se estructura legalmente, puede convertirse en un mecanismo de autofinanciación para la protección de los ecosistemas y un generador de empleo digno.
VII. Mecanismos de financiación: hacia un fondo verde legalmente obligatorio
La financiación de la biodiversidad requiere un diseño jurídico sobrio. Colombia puede reservar una parte de los ingresos adicionales procedentes de la minería legal y de los impuestos previstos para la transición energética para un fondo verde nacional. Este fondo debería tener el mandato legal de apoyar los pagos por servicios ambientales (PES), las subvenciones para la certificación y la trazabilidad, la restauración de cuencas hidrográficas y el control territorial contra la ilegalidad. Los costos de certificación y trazabilidad deben cofinanciarse mediante instrumentos jurídicos que promuevan la equidad y la inclusión. Las inversiones en infraestructura ecológica deben estar reguladas por la Ley 99 de 1993 y la Política Nacional de Aguas, mientras que el control territorial debe estar respaldado por marcos legales para fiscales ambientales, guardabosques y monitores comunitarios.
VIII. Conclusión: legislar la transición verde
Para consolidar la transición de Colombia hacia una economía basada en la biodiversidad, el país debe adoptar una hoja de ruta jurídica estructurada que articule la reforma normativa, el fortalecimiento institucional y la innovación fiscal. Esta hoja de ruta debe basarse en mandatos constitucionales, obligaciones internacionales y prioridades de desarrollo nacionales, y debe aplicarse mediante acciones coordinadas de los poderes legislativo, ejecutivo y territorial.
Colombia debe promulgar una ley nacional sobre la transición hacia el uso sostenible de la tierra, que establezca criterios legales para la reconversión de suelos degradados en sistemas agroforestales, silvopastoriles y de cultivos perennes. Esta ley debe definir las condiciones de elegibilidad, las salvaguardias ambientales y los incentivos para los productores que adopten prácticas de deforestación cero. También debe incorporar mecanismos para el reconocimiento legal de los sistemas de certificación y su integración en los protocolos de concesión de licencias ambientales y comercio.
El país debe legislar la creación de una infraestructura nacional de certificación y trazabilidad. Esto incluye el reconocimiento legal de normas internacionales como RSPO, Bonsucro y RTRS, y el establecimiento de un registro público de productores certificados. Una ley complementaria debe exigir la creación de un sistema nacional de trazabilidad, con disposiciones para la cartografía geoespacial, la interoperabilidad de los datos y la verificación por terceros, garantizando el cumplimiento del Reglamento de la Unión Europea sobre la deforestación y otros requisitos comerciales emergentes.
Colombia debe adoptar un marco jurídico para la promoción de la bioeconomía. Esto incluye leyes sobre la protección de la propiedad intelectual de los compuestos bioactivos, mecanismos de acceso y distribución de beneficios alineados con el Protocolo de Nagoya e incentivos fiscales para la investigación, el desarrollo y la transferencia de tecnología. El marco también debe incluir vías reglamentarias simplificadas para el registro y la comercialización de insumos biológicos y productos naturales, en particular para las pequeñas y medianas empresas.
El país debe reformar sus leyes de turismo y conservación para permitir que el ecoturismo sea un mecanismo legalmente estructurado de financiación de la conservación. Esto implica actualizar la legislación medioambiental y turística para incluir límites exigibles a la capacidad de visitantes, planes obligatorios de gestión medioambiental y normas para la infraestructura y la prestación de servicios. Los instrumentos legales también deben promover las empresas turísticas comunitarias y garantizar un acceso equitativo a las áreas protegidas.
Colombia debe legislar la creación de un fondo verde nacional, financiado mediante una fracción legalmente asignada de los ingresos procedentes de los impuestos legales sobre la minería y la transición energética. Este fondo debe regirse por una ley específica que defina sus objetivos, su estructura de gobernanza y los gastos subvencionables, incluidos los pagos por servicios ambientales, las subvenciones para la certificación y la trazabilidad, la restauración de cuencas hidrográficas y el control territorial contra los delitos ambientales.
La hoja de ruta debe incluir disposiciones transversales para la coordinación institucional, el desarrollo de capacidades y la participación pública. Esto incluye el establecimiento de comités intersectoriales, mandatos legales de transparencia y rendición de cuentas, y mecanismos de consulta con las comunidades indígenas, afrodescendientes y rurales.
En resumen, la biodiversidad de Colombia debe protegerse no solo mediante declaraciones políticas, sino también mediante instrumentos jurídicos aplicables que concilien la integridad ecológica con las oportunidades económicas. La transición hacia una economía verde requiere un marco jurídico sólido que transforme la biodiversidad en una fuente de productividad, equidad y resiliencia. Ha llegado el momento de legislar ese futuro.

Boletín Febrero
Tratamiento tributario compañías del exterior con presencia económica significativa – PES
A partir del 1 de enero de 2024, se implementará lo establecido por la Ley 2277 de 2022 y reglamentado por el Decreto 2039 de 2023 con respecto a las personas no residentes con presencia económica significativa (PES) en Colombia.
En virtud de esta nueva regulación, si la persona no residente o entidad no domiciliada en Colombia elige declarar y pagar mediante el formulario del impuesto sobre la renta a una tarifa del 3% sobre la totalidad de los ingresos brutos derivados de la venta de bienes y/o la prestación de servicios digitales desde el extranjero a usuarios en el territorio nacional, puede solicitar la NO aplicación de la retención en la fuente mencionada en el inciso 8 del artículo 408 del Estatuto Tributario.
En este sentido, SI opta por declarar el impuesto sobre la renta a través del formulario, deberá cumplir con ciertos requisitos, incluyendo la inscripción en el Registro Único Tributario (RUT) con la responsabilidad de declarante del impuesto sobre la renta y complementarios. Para el efecto, cumplirá con lo establecido en los artículos 1.6.1.2.1 O. y 1.6.1.2.11. del presente Decreto. Al momento de inscribirse o actualizar el Registro Único Tributario -RUT, el contribuyente debe elegir: – La no aplicación de la retención en la fuente a título del impuesto sobre la renta y complementarios prevista en el inciso 8 del artículo 408 del Estatuto Tributario
Por otro lado, en el caso de pagos o abonos por la venta de bienes y/o prestación de servicios realizados por no residentes con presencia económica significativa en Colombia que no acrediten tal condición, se aplicará una retención en la fuente del 10% sobre el valor total del pago a favor de clientes y/o usuarios en el territorio nacional.
Independientemente de la elección entre las dos alternativas mencionadas anteriormente para los pagos a no residentes con presencia económica significativa (PES), a partir de la fecha, los costos y gastos asociados con estos servicios de publicidad digital prestados desde el exterior podrán considerarse como deducciones e impuestos descontables derivados de dichas operaciones, sin estar sujetos a limitaciones como gastos en el extranjero, según lo establecido en el artículo 122 del Estatuto Tributario.
Para ello, se debe contar con documentación de respaldo, incluyendo el RUT que evidencia la decisión de no practicar retención en la fuente porque el proveedor del exterior se ha acogido a pagar la tarifa del 3% sobre los ingresos, o la retención del 10% sobre los costos y/o gastos en caso de que no se hayan acogido al pago voluntario anteriormente mencionado. Si la empresa PES no emite factura electrónica de venta en las operaciones relacionadas, se deberá emitir un documento de respaldo conforme a la normativa anterior.
Los servicios a que se refiere esta nueva normatividad son los siguientes:
- Los servicios de publicidad online,
- Los servicios de contenidos digitales, sean online o descargables, incluyendo las aplicaciones móviles, libros electrónicos, música y películas.
- Los servicios de transmisión libre, incluyendo programas de televisión, películas, «streaming» música, transmisión multimedia «podcasts» y cualquier forma de contenido digital.
- Cualquier forma de monetización de información y/o datos de usuarios ubicados en el territorio nacional y que han sido generados por la actividad de dichos usuarios en mercados digitales.
- Los servicios online de plataformas de intermediación.
- Las suscripciones digitales a medios audiovisuales incluyendo, entre otras, noticias, magazines, periódicos, rruísica1 vídeo, juegos de cualquier tipo.
- La gerencia, administración o manejo de datos electrónicos incluyendo el almacenamiento web, almacenamiento de datos en línea, servicios de intercambio de archivos o de almacenamiento en la nube.
- Los servicios o el licenciamiento de motores de búsqueda online, estandarizados o automatizados, incluyendo «software» personalizado.
- El suministro de derecho de uso o explotación de intangibles.
- Otros servicios electrónicos o digitales con destino a usuarios ubicados en el territorio nacional.
- Cualquier otro servicio prestado a través de un mercado digital con destino a usuarios ubicados en el territorio nacional.
El gobierno nacional expide decreto que mejora el régimen de los administradores, al dotar de mayor transparencia y seguridad jurídica a los accionistas minoritarios.
El 30 de enero de 2023, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo emitió el Decreto 0046, el cual regula parcialmente el artículo 23 de la Ley 222 de 1995. Esta actualización tiene como objetivo principal mejorar la transparencia en las acciones de los administradores, estableciendo criterios claros para su cumplimiento. Se busca particularmente beneficiar a los accionistas minoritarios, quienes podrían sufrir las consecuencias de comportamientos desleales por parte de los administradores.
Adicionalmente, el decreto sirve como una herramienta para facilitar el gobierno corporativo en beneficio de la sociedad, considerando los intereses de los asociados. En este contexto, el decreto proporciona definiciones para conceptos como conflicto de intereses y competencia con la sociedad, junto con un procedimiento detallado para revelarlos y obtener la autorización de los accionistas. En general, se establece un régimen destinado a fortalecer la gestión de las empresas.
El cambio significativo introducido por este decreto radica en el refuerzo de los deberes de los administradores hacia los accionistas minoritarios, con el propósito de promover empresas más responsables y transparentes, fortaleciendo así su gobierno corporativo.
El gobierno modificó las normativas para la adquisición de concesiones mineras y limitó las actividades en áreas de reservas ambientales
El gobierno nacional por medio de los Ministerios de Ambiente y Desarrollo Sostenible firmó el Decreto número 0044 de enero 2024 donde se establecen los criterios para declarar y delimitar reservas de recursos naturales de carácter temporal en medio de plan de ordenamiento minero-ambiental.
La regulación que comenzó a aplicarse el 30 de enero de 2024 establece directrices a tener en cuenta para la declaración de reservas de recursos naturales. Estas incluyen la presencia de ecosistemas de importancia ambiental o valores de conservación y servicios ecosistémicos, tomando en cuenta instrumentos de ordenamiento ambiental del territorio u otras herramientas designadas por autoridades ambientales, así como estudios o información técnica proveniente de entidades del SINA y otras entidades públicas. Así las áreas delimitadas podrán culminar con la restricción o exclusión definitiva de la minería, de conformidad con los artículos 34 y 35 de la Ley 685 de 2001 o aquellos que lo modifiquen o sustituyan. Los programas de cierre definitivo se podrán orientar a la rehabilitación, la transición energética o productiva de uso sostenible, o cualquier otro de los finos previstos en el artículo 47 del Decreto Ley 2811 de 1974, para lo cual se coordinarán las autoridades competentes.
El decreto establece los criterios mediante los cuales el Ministerio de Ambiente, en colaboración armoniosa con las entidades del sector minero-energético, determinará, definirá y declarará reservas temporales de recursos naturales.

Interpretación Principalista de la Ley de Comercio Electrónico (Ley 527 de 1999) en Colombia
Por: Daniel Peña Valenzuela
Introducción
Los principios del derecho (y los valores que les subyacen) permean el ordenamiento jurídico con el fin de lograr que la interpretación de las normas y reglas sea axiológica y por ende, no se apegue únicamente al texto literal o a la supuesta intención del legislador -no siempre fácil de dilucidar- sino también a la realidad social, a la deontología de la sociedad y a los valores que sirven de sustento para una comunidad.
La creación en el derecho es ordenada, sistemática y organizada, o así debería ser. Las fuentes definen un camino y una ruta para la interpretación. La norma cambia a medida del cambio constante del lenguaje. La expresión y el contenido van de la mano en la construcción de la realidad y en la manera como los hechos definen también la metamorfosis continua de la norma.
La tecnología tiene una expresión constante en la sociedad moderna. El uso de herramientas digitales se expresa en las comunicaciones electrónicas, los contratos por medios digitales, el daño o perjuicio llevado a cabo mediante sistemas de información o actualmente los cambios sociales por metaverso, la realidad virtual y los criptoactivos, entre otros. Para la relación entre la tecnología y el derecho, siempre cambiante, en buena medida por las constantes de nuevos paradigmas tecnológicos, los principios de interpretación son una herramienta fundamental en el quehacer del jurista, del legislador y del juez.
La tecnología tiene algo de profecía, es futurista, optimista y determinista. La norma determina hechos relevantes que en el mundo tecnológico a veces son meras representaciones de la realidad. Por ejemplo, una prueba digital es una representación en lenguaje informático o código de una realidad fáctica o de una declaración de voluntad expresada a través de un texto alfanumérico o una criptomoneda es la expresión de un valor mediante una plataforma blockchain.
1. La interpretación de normas y reglas para el ecosistema digital
Las reglas específicas establecidas en la Ley 527 de 1999 -sustanciales, procesales y probatorias- con perspectiva hacia todo el ordenamiento jurídico requieren su actualización, reinterpretación y remozamiento a partir de la relación siempre evolutiva entre la tecnología y el derecho que es aún más cambiante – o por lo menos se percibe as í- frente a otras normas cuyos supuestos de hecho de aplicación son más estables y tradicionales. La textura (su superficie) de las normas que atañen a la tecnología es más abierta tecnología por regular temas extrajurídicos, hechos y actos.
La interpretación del alcance y contenido de la Ley 527 de 1999, por medio de la cual se define y reglamenta el acceso y uso de los mensajes de datos, del comercio electrónico y de las firmas digitales, y se establecen las entidades de certificación y se dictan otras disposiciones, es cada vez más importante por haber sido incluida como base de muchas otras normas relacionadas con la era digital, así como por la relevancia que tiene la transformación digital en las empresas, el uso frecuente de tecnologías y por ende, la innovación en el derecho de los negocios o derecho de la empresa a través de nuevos modelos de negocio y de los ajustes y avances de los tradicionales.
La transversalidad en la aplicación de la Ley de Comercio Electrónico a muchas materias jurídicas y su inclusión expresa en normas como referente directo de interpretación, así como su uso cotidiano hace más relevante determinar las fuentes y reglas de interpretación tanto desde el punto de vista jerárquico como del diálogo necesario entre las mismas con el fin de favorecer el uso de los mensajes de datos y de los sistemas de información en las activades comerciales y empresariales en línea.
2. Integración e interpretación de la Ley 527 de 1999
Veamos cómo funciona la determinación, integración e interpretación de sus contenidos, vacíos o texto literal que merecen una interpretación válida y eficaz a la luz de principios de interpretación jerárquicamente definidos bajo el sistema de fuentes de nuestro ordenamiento.
De acuerdo con el artículo 230 de la Constitución:
Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley. La equidad, la jurisprudencia, los principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de la actividad judicial.
El Código de Comercio, en su primer artículo, antes de la vigencia de la Constitución, señala:
Los comerciantes y los asuntos mercantiles se regirán por las disposiciones de la ley comercial, y los casos no regulados expresamente en ella serán decididos por analogía de sus normas.
La Corte Constitucional ha estipulado en la Sentencia C-284/15 respecto de la función y alcance de los principios generales del derecho:
Una revisión de la literatura permite identificar que a los principios generales del derecho suelen atribuirse diferentes funciones. En algunos casos se advierte que ellos cumplen una función crítica de los ordenamientos. En este caso los principios actúan como la imagen de un derecho ideal al que deben apuntar los ordenamientos históricos. Otra perspectiva señala que los principios generales actúan como verdaderas normas jurídicas y cumplen por ello una función integradora. En estos casos, dicha función se activa a falta de ley y, en esa medida, aunque constituyen verdaderas fuentes, tienen una naturaleza subsidiaria. Suele encontrarse vinculada esta caracterización con aquella doctrina que asume que los principios generales del derecho son el resultado de un proceso inductivo que parte de las reglas específicas previstas en el ordenamiento y arriba a la identificación de enunciados generales que las agrupan a todas. Finalmente, una tercera postura advierte que la tarea de los principios consiste en precisar el alcance de las fuentes del derecho, cumpliendo entonces una función interpretativa. En estos casos se acude a los principios únicamente con el propósito de aclarar dudas, o superar las ambigüedades y vaguedades propias de los enunciados jurídicos.
(…)
Los límites a la aplicación de los principios generales del derecho dependen, en buena medida, de la forma como ellos son reconocidos en los diferentes ordenamientos. Dos de ellos se destacan. Un primer grupo de límites suele estar determinado por reglas de precedencia de manera tal que, por ejemplo, en algunos casos se dispone acudir a los principios únicamente cuando no resulta aplicable la ley o la costumbre. Un segundo grupo de límites se relaciona con la función que cumplen los principios y, en esa medida, su relevancia podrá depender, por ejemplo, de la existencia o no de una laguna.
A diferencia del Código de Comercio, el artículo 3º de la Ley 527 de 1999, establece la manera de integrar el ordenamiento jurídico en la materia, así:
Las cuestiones relativas a materias que se rijan por la presente ley y que no estén expresamente resueltas en ella, serán dirimidas de conformidad con los principios generales en que ella se inspira.
Para determinar los principios generales en que la Ley 527 se inspira, es necesario acudir a la Guía para la Incorporación de la Ley modelo de Comercio Electrónico de la CNUDMI que señala de manera expresa:
Con respecto a los principios generales en que se basa la Ley Modelo, cabe tener en cuenta la siguiente lista no exhaustiva: 1) facilitar el comercio electrónico en el interior y más allá de las fronteras nacionales; 2) validar las operaciones efectuadas por medio de las nuevas tecnologías de la información; 3) fomentar y estimular la aplicación de nuevas tecnologías de la información; 4) promover la uniformidad del derecho aplicable en la materia; y 5) apoyar las nuevas prácticas comerciales. Si bien la finalidad general de la Ley Modelo es la de facilitar el empleo de los medios electrónicos de comunicación, conviene tener presente que su régimen no trata de imponer en modo alguno el recurso a estos medios de comunicación.
Es decir, la interpretación de la Ley 527 de 1999, en lo que a los asuntos de derecho comercial atañe, no se hace de manera directa de acuerdo con los principios del derecho mercantil sino que por su naturaleza de norma derivada del ordenamiento internacional, como expresión del derecho uniforme y con propósitos de armonización y unificación, se interpreta e integra a partir de los principios del derecho internacional del comercio electrónico.
3. Conclusiones
De las anteriores normas y antecedentes internacionales, relacionados a las fuentes de interpretación válidas y jerárquicamente organizadas, incluyendo el instrumento de derecho uniforme de la CNUDMI sobre comercio electrónico, se puede considerar en suma lo siguiente:
- En los asuntos que se rigen por la Ley 527 de 1999 o que la citan como base directa de interpretación de otras normas del ordenamiento jurídico colombiano no se puede aplicar de manera directa ni los principios generales del derecho ni la analogía.
- La Ley 527 de 1999 aparece como una norma con un tinte eminentemente práctico que permitía, habilitaba o facilitaba el uso de los mensajes de datos (en el momento de la expedición más bien la excepción al uso habitual de comunicaciones físicas y escritas) sin embargo, con el tiempo se aprecia que es una verdadera cara de herramientas que debe servir para resolver problemas teóricos del derecho que tienen un trasfondo de alguna manera ideológico como por ejemplo la visión liberal del uso y apreciación de la prueba digital respecto de una visión más bien conservadora que asocia tal prueba a un formalismo de ciberforense.
- El alcance de las fuentes interpretativas de la Ley 527 de 1999 constituye un caso de aplicación del artículo 230 de la Constitución que desarrolla el sistema de fuentes establecido en la norma suprema del ordenamiento sin afectar su contenido ni contradecirlo sino en determinar que para esta ley, el criterio auxiliar se mantiene en cuanto a los principios generales pero no frente a los principios del comercio electrónico que devienen legales (como por ejemplo, el principio de equivalencia funcional) y por ende, fuentes principales de interpretación.
- Los principios que se aplican a la interpretación de la Ley 527 no son los principios generales del derecho ni los principios generales del contrato sino los principios generales de las normas internacionales -de derecho uniforme- de comercio electrónico identificados (en lista no exhaustiva) en la Guía de Incorporación y que por ende, hacen parte del corpus normativo del derecho uniforme.
- Los principios del derecho comercial no se aplican de manera directa a la Ley 527 como norma complementaria del Código de Comercio por la existencia de una norma interpretativa especial y específica que remite a los principios de la Ley Modelo de Comercio electrónico de la CNUDMI. Esta última referencia es básica para la interpretación de otras normas de naturaleza no comercial como por ejemplo, las normas de contratación pública por medios electrónicos que mencionan de manera expresa a la Ley 527 de 1999.

Prueba y Metaverso
Por: Daniel Peña Valenzuela
Al Maestro Michele Taruffo (1943-2020), in memoriam
Introducción. Problemas jurídicos:
¿El metaverso como ampliación funcional del ciberespacio representa un escenario para la prueba de hechos, actos y conductas que siendo relevantes para el derecho tiene una función jurídica equivalente desde la materia probatoria?
¿La función de la prueba, desde el punto de vista jurídico, es decir, la conversión de los hechos en el fundamento válido para la argumentación y la decisión judicial se conserva en metaverso?
1. Metarealidad y verdad procesal
Metaverso es un artefacto digital, una plataforma y un espacio. Como artefacto tiene arquitectura, funciones, simboliza y representa. Como plataforma permite la prestación de servicios y la negociación de bienes y activos digitales. El espacio del metaverso es aumentado, tridimensional, profundo y deslocalizado.
Metaverso es una plataforma que permite la convergencia de realidad virtual y aumentada mediante experiencias inmersivas que permiten un espacio alternativo, en tiempo real con la recreación de identidades de personas y objetos a través de criptoactivos, avatares y tokens. El Metaverso es digital y permite la circulación de mensajes de datos1, aunque esa información digital puede presentar alteraciones frente a la realidad en sí misma puede ser considerada íntegra.
La realidad es real y representa la verdad. Desde el punto de vista jurídico, los hechos son verdad si se prueban. La verdad procesal es una verdad fáctica que corresponde a la interpretación y argumentación. La fuerza de la prueba depende del convencimiento que logre en un sujeto calificado. El intérprete es subjetivo y la prueba también. La sana crítica escudriña la realidad con la mayor objetividad posible.
La objetividad es el resultado al final de la mejor estadística posible. Está expuesta a la analítica de datos en cuanto a la probabilidad y ahora por el metaverso en cuanto a la realidad. Metaverso está diseñado para alterar la realidad, pero no necesariamente la verdad procesal.
Aún no se dimensiona el cambio fundamental que trae consigo el surgimiento y la consolidación del metaverso como plataforma con realidad virtual y aumentada para las actividades comerciales, económicas y con relevancia social-política. Este mundo alternativo, virtual, global, deslocalizado e intangible se convierte en el nuevo escenario del derecho probatorio.
El ciberespacio trajo la discusión sobre la prueba digital en cuanto a su legalidad, validez y eficacia. Los mensajes de datos como información digital reconocida por el derecho permite con la sana critica del intérprete probar los hechos. La prueba digital es una representación de la realidad mediante sistemas de información con relevancia jurídica y reconocimiento de su autenticidad e integridad. En la génesis de la prueba electrónica no se tenía en cuenta a la distorsión de la realidad y a la metaverdad propias del metaverso
Metaverso requiere cartografía, rutas, caminos, topografía y en últimas orden como ocurrió con los buscadores en internet. Según el artículo 243 del Código General del Proceso, entre las distintas clases de documentos están los mensajes de datos, fotografías y, en general, todo objeto mueble que tenga carácter representativo o declarativo, y las inscripciones en lápidas, monumentos, edificios o similares. Aún existen tribunales en el mundo que tienen un error ontológico y no reconocen por ejemplo que un pantallazo de Whatsapp sea un mensaje de datos. Un error grave de interpretación de un medio probatorio, que afecta ambas su eficacia y legalidad.
Tradicionalmente el derecho probatorio permite mediante sus metodologías, valoraciones, principios y reglas develar la verdad. Los hechos deben probarse y los distintos medios probatorios, individuales y en conjunto, son la vía para llegar a tener la certeza de la ocurrencia de los mismos y que haya evidencia de lo ocurrido en el pasado. Metaverso por sus características y funciones será un escenario fáctico como ocurre hoy con el ciberespacio. La interacción, vía mensajes de datos es fundamental para las actividades en la economía digital y en la sociedad de la información y el conocimiento. Con el metaverso esa realidad es ahora: (i) virtual, (ii) en tres dimensiones, (iii) cambiante, aumentada, dinámica en tiempo real, (iv) interoperable con otros sistemas de información dotados de inteligencia artificial o con computación distribuida, blockchain, (iv) ofreciendo bienes inmateriales, servicios digitales, criptoactivos y contratos algorítmicos y (v) en ámbito deslocalizado y g-localizado.
2. Meta-prueba y medios probatorios
La meta-prueba es ir más allá de la prueba, es el límite de la prueba como extensión de una realidad cada vez más líquida (Bauman, 2014). La frontera del tiempo y el espacio cambia al derecho probatorio en su función de testigo de una realidad, hiperreal.
La construcción de los meta-medios probatorios exige una versión amplia de la relación hecho relevante, deducción lógica y legalidad de la decisión. La hiperrealidad propia de metaverso rompe la equivalencia funcional establecida entre los mensajes de datos y los documentos que caracterizó la evolución del derecho digital desde el modelo de la CNUDMI.
Cada una de estas características de Metaverso (o de los metaversos) trae consigo retos para el derecho probatorio, así:
(1) Realidad Virtual: la nueva realidad no es ya real sino una representación. Esa virtualidad convierte a metaverso en una fábrica de representaciones visuales frente a los cuales la noción de documento se transforma respecto de la integridad y autenticidad.
Los creadores de bienes digitales (e identidades digitales potenciadas) de metaverso deben tener la capacidad de almacenar y archivar las imágenes virtuales para presentar a un expediente.
El artículo 3º del Código General del Proceso establece que las actuaciones se cumplirán en forma oral, pública y en audiencias, salvo las que expresamente se autorice realizar por escrito o estén amparadas por reserva.
En ese sentido se debe establecer que metaverso conserva las formalidades de oral y escrito con las funcionalidades propias de la plataforma y que la audiencia en esa parte del ciberespacio comparte la virtualidad aceptada por plataformas ya utilizadas en la práctica.
(2) Realidad Aumentada: la realidad aumentada presenta un reto para la prueba judicial en la medida que se afecta la realidad como tal. Es necesario deconstruir la realidad mediante medios probatorios que le otorguen el valor probatorio al mensaje de datos aumentado. La integridad corresponde al mensaje de datos aumentado pero no quiere decir lo anterior que bajo el criterio de sana crítica la realidad aumentada corresponda a la realidad. Es realidad + 1 lo cual probablemente requiera un reinterpretación del principio de equivalencia funcional.
(3) Tridimensional: las tres dimensiones sugieren una visión nueva del espacio que permite apreciar de manera más ajustada al mundo los medios probatorios.
Un dictamen pericial puede ser acompañado de experiencias y puestas en escena que permitan mayor convencimiento y una explicación más cercana a la realidad.
Con las tres dimensiones se puede simular la realidad en el espacio de metaverso o ocurrir un hecho real en metaverso lo cual puede ser objeto de prueba.
La simulación de la realidad puede requerir para allegarse al proceso un dictamen pericial que explique las técnicas utilizadas, los dispositivos que permiten la apreciación de la realidad en forma aumentada y la manera como se obtuvo el resultado. La virtualidad simulada o la realidad virtual puede no ser original. Se discute la originalidad del mensaje de datos según lo establecido en la Ley 527 de 1999, cuando cualquier norma requiera que la información sea presentada y conservada en su forma original, ese requisito quedará satisfecho con un mensaje de datos, si:
a) Existe alguna garantía confiable de que se ha conservado la integridad de la información, a partir del momento en que se generó por primera vez en su forma definitiva, como mensaje de datos o en alguna otra forma;
b) De requerirse que la información sea presentada, si dicha información puede ser mostrada a la persona que se deba presentar.
La confiabilidad y la integridad dependen de la configuración de la arquitectura de metaverso como sistema de información, del uso que se lleve a cabo en la plataforma y de la configuración de los términos y condiciones mediante, por ejemplo, un smart contract.
(4) Tiempo real: en metaverso la realidad puede ser continua y paralela. Se refiere a una metarealidad que puede estar ocurriendo de manera simultánea. Las actividades que se llevan a cabo en metaverso pueden ser objeto de grabación y ser prestadas así al proceso o también puede decretarse una inspección judicial.
(5) Interoperabilidad: la metarealidad propia de los mundos virtuales trae consigo la coligación de pruebas. Un criptoactivo es un documento, un artefacto, un valor y un mensaje de datos. La interacción de un criptoactivo con metaverso produce una transacción electrónica. El avatar o el token transforma una identidad mediante la representación de rasgos, conductas y características distintivas de las personas o cosas.
En suma, con metaverso vamos a pasar de la virtualidad a la metarealidad, es decir a una realidad con nueva espacialidad, de experiencia inmersiva aumentada en la cual los hechos se experimentan mediante una hiperrealidad que pone en entredicho la función de la prueba como una verdad jurídica que sirve de base a las argumentaciones y decisiones. La hiperrealidad propia de metaverso rompe la equivalencia funcional establecida entre los mensajes de datos y los documentos que caracterizó la evolución del derecho digital desde el modelo de la CNUDMI. La interpretación de los medios probatorios debe ajustarse a entender la verdad mediante una representación específica de la realidad. El metaverso como mundo alternativo, virtual, global e intangible se convierte en el nuevo escenario del derecho probatorio.

Digitalización Ética
Introducción
Para legos y entendidos en la inteligencia artificial, lo que nos muestra GPT-4 (Generative Pre-trained Transformer 4) como el modelo de lenguaje de OpenAI más utilizado, no deja de ser preocupante. No porque no se supiera lo disruptivo que puede llegar a ser el análisis de datos predictivo, potente y aplicado al lenguaje natural sino por la democratización en su utilización, la masificación. Lo aterrador es, para muchos, que sea una herramienta de uso no solo para los tomadores de decisiones (públicos y privados) o para los científicos sino que esté al alcance de la masa (en el sentido de Canetti).
El lograr hacer más maleable y controlado el lenguaje natural y permitir funciones prácticas relacionadas con el uso del simbolismo lingüístico es muy atractivo, útil y anticipa, para el habla común, un impacto evidente del aprendizaje autónomo o semiautónomo de las máquinas. Inimaginable para Don Rufino José o para Luciano Pulgar!
La tecnología del lenguaje, en general democratiza. GPT-4, en particular, llega a muchos en la medida que representa la fuerza más dinámica del siglo XXI, la del diluvio de datos (útiles, interrelacionados y correlacionados) en manos de herramientas de IA. Su alcance borra fronteras de idiomas (el fin de Babel en el sentido de U. Eco) y miles de millones de usuarios gozan de servicios y utilidades nunca antes imaginadas. El sector tecnológico tiene un avance que coloca a sus compañías como verdaderos rivales de los Estados. La ética de los negocios a prueba de la ética pública. La relación entre la sociedad civil, el estado y las compañías tecnológicas define lo que es el poder (un nuevo tecnopoder disciplinario en el sentido del primer Foucault). El verdadero poder. El poder al fin y al cabo es a la vez legitimación y control. No solo prerrogativas ni facultades sino también deberes. Disciplinas y (tecno)saberes.
En este ensayo se aborda la necesidad de una convergencia entre la digitalización y las ciencias sociales para que la ética escale un peldaño en su relación con las normas que rigen al ecosistema digital. Los negocios no pueden trazar los límites éticos. Esta convergencia (en construcción) supera en alcance y objetivos la yuxtaposición de tecnologías que ha caracterizado la actual revolución tecnológica (blockchain + cloud computing + inteligencia artificial + plataformización + robótica + ecommerce + app) para llegar a una intersección entre el humanismo que adopte y defina el alcance (ojalá virtuoso y humanista) de lo digital.
1. Problema jurídico
Más allá del boom de la temática y de la divulgación necesaria sobre retos y alcances en los distintos ámbitos, cabe una reflexión que ha sido menos recurrente:
¿Cuál es el rol de la ética dentro de la escalada de descubrimientos, avances y desarrollos en la ciencia, ahora de manera puntual, en la ciencia de los datos?
¿La construcción de la regulación y la gobernanza de la datificación a escala global debe contener lineamientos éticos construidos mediante consensos internacionales -privados y públicos?
Como hipótesis de trabajo : la soberanía de los datos define la autodeterminación, la libertad de escoger y la capacidad de obrar en el entorno digital. A quien le corresponde el buen proceder, a todos, a los usuarios, a los desarrolladores, a los funcionarios, a los jueces, a los ciudadanos. A todos los que interactúan en el ecosistema digital. No está limitada a los datos personales sino la metadata que en manos de herramientas de analítica suficientemente poderosas pueden determinar o condicionar la conducta. La manipulación directa o indirecta de la conducta humana por medio de la tecnología es tan nociva como otras manera de influencia inconsciente. Una cosa es hacer negocios y otra hacer empresa.
2. Las humanidades digitales
La respuesta final, probablemente provenga de una reflexión profunda en el seno de las Digital Humanities, es decir, a partir de las reflexiones filosóficas, epistemológicas, técnicas y sociológicas que se está construyendo al interior de las ciencias humanas a partir de los cambios derivados de nuevos instrumentos y artefactos pero también de la consolidación de la filosofía de la información (en el sentido de Floridi). El trabajo en colaboración en investigación de ciencias sociales cuenta con herramientas que permiten el análisis de hechos históricos con información estadística, formas de presentación de información e integración de lenguajes (en el sentido de Dewey).
La información es la base de la conducta humana pero también del análisis de las ciencias sociales. Las ciencias sociales se debaten en teorías y prácticas construidas con base en recursos limitados de análisis, conceptos y herramientas a escala humana. Para lograr un planteamiento nuevo es necesario la aplicación de conocimiento, análisis y comprensión de una cantidad de información que es el estado del arte de cualquier problema por resolver. En España por ejemplo, se reporta el despliegue del PERTE de la Nueva Economía de la Lengua, para contribuir a que la Inteligencia Artificial aprenda a pensar en español y en las lenguas cooficiales, con cuyas iniciativas se han movilizado ya 313 millones de euros, crédito autorizado, lo que supone un 95% del presupuesto total asignado en 2022 incluyendo el proyecto AINA (catalán), GAITU (euskera), NÓS (gallego) y VIVES (valenciano).
El punto de encuentro entre lo digital y lo humano se lleva a cabo en la intersección que las humanidades digitales presentan entre la historia, la filosofía, la antropología, la arqueología y la ciencia de los datos. Ambos extremos dependen en su evolución. Las tecnologías emergentes se entrelazan con la protección de los derechos fundamentales así como de los principios éticos y morales que se derivan de las distintas concepciones jurídicas que los interpretan en cada caso concreto. La Corte Constitucional, por ejemplo, en el caso práctico de los derechos digitales, materializa una protección de la dignidad humana y de todos los valores y principios que fundamentan el estado social de derecho que tiene en el ecosistema digital un nuevo escenario de fortalecimiento y propicio para el cumplimiento de los derechos. Así debe ser.
No es la primera vez que se plantea la moratoria en la investigación de una tecnología como algunos capitanes de la industria lo han propugnado recientemente ni tampoco estamos estrenando la discusión sobre cuáles son los aspectos eminentes del ser humano que no deberíamos tocar. George Steiner, se refería a las matemáticas, el ajedrez y a la música como los misterios profundos aún pendientes de resolver como base de una caja negra que definir que nos ubicaría fuera del mismo escaño de otros seres. Es extraño que en la era de la atribución de derechos a todos los seres vivos, abdiquemos de la opción de abrir la puerta equivalente a nuestros artefactos artificiales.
Más allá de una atribución de personalidad, la discusión sobre la aplicación de los derechos fundamentales al ecosistema digital es una controversia que se reaviva diariamente en la medida que la sociedad migra buena parte de sus inquietudes e intereses a lo electrónico. El lenguaje es político y la inteligencia artificial entre a disputar la política.
En el mismo linaje, I. Berlin, el libertario, afirmaba algo así como que pocas nuevas verdades han ganado su camino en contra de la resistencia de las ideas establecidas, salvo por ser exageradas. El entrenamiento cotidiano de nuestras máquinas parece ser demasiado rutinario para encender las alarmas como hemos visto en estos días pero el hecho de que tengamos en la arena política y en los medios masivos de comunicación (ahora digitales la mayoría) esa discusión trae consigo que también la sabiduría popular se pronuncie y no solo los mandarines del conocimiento y en particular, los emporios tecnológicos.
De hecho, la transformación digital o la digitalización de todo (incluyendo la sociedad) es precisamente un hecho social y no un acontecer tecnológico. Las máquinas están aquí y ahora cambiando el quehacer de la academia, de los profesores y de los alumnos pero ya se vislumbre un cambio a escala empresarial y de negocios que trae consigo la necesidad de confianza, seguridad jurídica y un marco regulatorio adecuado a los primeros fines enunciados.
La discusión sobre los límites del lenguaje, de los lenguaje(s) nos recuerda que la traducción es interpretación y que probablemente tendremos a máquinas y sistemas de información apoyándonos, de ahora en adelante, en la función hermenéutica del mundo así como en las Gramáticas de la Creación (otra obra recomendable de Steiner). El mundo como símbolo y representación ya no de mensajes de datos sino a partir de prompts, un flujo de información que predice, actúa y decide, en alguna medida, de manera autónoma. Solo las grandes religiones habían sido tan celosas con las fuentes y métodos de interpretación, el derecho contemporáneo no es el mejor ejemplo en cuanto a gestión y manejo de fuentes…a lo mejor, la teoría de la argumentación anticipaba la aparición de herramientas legaltech que permitirán reunir muchos factores de la realidad a la hora de aplicar un texto normativo.
3. Normas y datificación
En lo jurídico, todo indica que las normas como nuestro fenómeno por excelencia son limitadas en su alcance frente a la disrupción de la datificación. La regulación por si sola, no detendrá ni moldeará de manera adecuada las tecnologías para que se acoplen a la complejidad del mundo. El mercado acelera las entregas de los avances tecnológicos al mismo ritmo que las falsas noticias se propagan en las redes o las políticas populistas se inoculan en los sistemas democráticos. Ese es el ritmo que nos tocó vivir. El derecho ni tiene esa velocidad ni menos una capacidad de reacción frente a la avalancha en curso. El tsunami de la predictibilidad algorítmica produce un pesimismo o anomia regulatoria. La TIC perdieron su ritmo, agotaron su alcance frente la esterilidad de los instrumentos de gobernanza y frente a la efímera reacción de nuevas generaciones de juristas, muchas veces sin la formación adecuada para enfrentar un nuevo mundo.
Si la esperanza de una regulación se finca en el derecho de la competencia, tal vez se olvida que el mismo es un mero corrector de mercados y que su lógica se enmarca no en la protección de la humanidad sino de la menos mala visión de mercado que permita mayor consumo. Mejores noticias no provienen de la paquidérmica base epistemológica de la protección de datos que se debate en un torbellino (con hoyo negro incluido) entre un derecho público proteccionista y un derecho de mercado sin mayor eficacia. La propiedad intelectual luce descolorida y vetusta frente a creaciones cada vez más artificiales, a lenguajes de expresión cada vez menos humanos y a tecnologías autónomas.
La ética, más allá de lo normativo, probablemente, aparezca como un complemento necesario para definir los límites de la tecnología frente al transhumanismo del maquinismo lingüístico en boga. Entendible sería que tengamos una ética democrática, liberal (en el sentido kantiano), progresista (en el sentido de Voltaire) que permita copar los vacíos de lo legal. Menos sesgos posibles en los algoritmos y explicabilidad de las soluciones (y de los caminos), son principios que provienen no de una visión normativa sino de la trascendente mirada de la justicia, la buena fe y el sentido adecuado de lo justo y bueno. En GPT-4, el aprendizaje sobre la variabilidad del lenguaje cuenta con apoyo humano. Según Ferrante:
”Los ejemplos de sesgo algorítmico adquirido a través de los datos son variados y muchas veces tienen que ver con bases de datos que no representan en realidad al conjunto de la población. En el caso reportado por Joy Bowlamwini y Timnit Gebru8 , en el que diversos sistemas comerciales de reconocimiento facial muestran un rendimiento dispar respecto a variables demográficas como el género y el color de la piel, son las mujeres de piel negra el grupo para el cual los modelos presentan peor rendimiento. Este hecho está posiblemente relacionado con la falta de representatividad de mujeres negras en las bases de datos utilizadas para el entrenamiento. Ejemplos similares se encuentran al analizar ImageNet, una de las bases de datos de imágenes etiquetadas más grandes del mundo, que ha sido motor del desarrollo de los modelos más populares de clasificación de imágenes9 . ImageNet posee millones de imágenes clasificadas en miles de categorías. Sin embargo, pese a que es utilizada mundialmente, más de 45% de las imágenes provienen de Estados Unidos y reflejan una realidad localizada en el hemisferio norte y que encarna representaciones propias de la cultura occidental. No resulta sorpresivo entonces el ejemplo citado por Zou y Schiebinger: sistemas de inteligencia artificial entrenados con ImageNet asignan las categorías «novia», «vestido», «mujer» o «boda» a la imagen de una novia occidental vestida de blanco, pero identifican como «arte de performance» o «disfraz» la imagen de una novia vestida con el típico atuendo usado en la India, que ciertamente difiere del occidental.” (https://library.fes.de/pdf-files/nuso/nuso-294.pdf)
La ciencia de los datos no es todavía ciencia pero podría revolucionar las existentes (en el sentido de Kuhn) como para justificar que volvamos a los básicos: el sentido y límites de la racionalidad y la fuerza dionisiaca del bien y el mal (en el sentido de Fausto) de nuestra creatividad. La malicia y la mala fe pueden determinar un buen argumento literario y la invalidez de un contrato, depende de la textura del lenguaje que no necesariamente es determinada por el modelo de un algoritmo.
4. Conclusión
En suma, la humanización de lo digital es necesaria así como la digitalización de las ciencias sociales. La ética debe ser un factor dominante en la construcción de lineamientos para la gobernanza y la regulación de la creciente datificación. El derecho está pasado de moda (por ahora) frente a la discusión humanística de lo digital pero es posible que, como siempre, aparezcan los límites del quehacer ético con lo cual debamos preguntarnos o preguntarles a los nuevo oráculos (que deberán entender el contexto de cada prompt para ser semidioses reales-ágoras): ¿cuál es la ley más pertinente para…? Veremos -tarde o temprano- la respuesta…

Contratación por medios electrónicos. La Convención de Comunicaciones electrónicas de la CNUDMI
- Fecha de publicación: junio de 2018
- Descripción de la publicación: Universidad Externado de Colombia
- Autor: Daniel Peña

Data Protection & Privacy
Autor: Daniel Peña Valenzuela
- Editorial: European Lawyer
- Categoría: Data Protection, European & EU Law
- Año de Edición: 08 Nov 2016
- Formato: Libro Impreso
- Número de páginas: 1124
- ISBN: 9780414057821
- Sinópsis: The number of jurisdictions with laws on data protection and privacy is still on the rise and the interest in the area of data protection and privacy has never been greater. The book aims to create a single starting point of reference for businesses, data protection officers, advisers and legal professionals involved in data protection and privacy. This third edition of Data Protection & Privacy – Jurisdictional Comparisons serves as an indispensable reference guide on the data protection and privacy laws in over 40 countries from six continents.
Written by expert local practitioners, with deep experience in the field of data protection and privacy, every chapter contains an overview of the key elements and principles of the data protection and privacy law framework in the relevant jurisdiction as well as the latest developments and trends. Because each chapter follows the same Q&A structure, readers can conduct quick comparisons between the various legal regimes.
Contents
1. Legislation
2. Data protection authority
3. Legal basis for data processing
4. Special rules
5. Data quality requirements
6. Outsourcing and due diligence
7. International data transfers
8. Information obligations
9. Rights of individuals
10. Security of data processing
11. Data protection impact assessments, audits and seals
12. Registration obligations
13. Data protection officer
14. Enforcement and sanctions
15. Remedies and liability
Jurisdictional coverage
1. Argentina – Marval, O’farrell & Mairal
2. Australia – Gilbert + Tobin
3. Austria – Preslmayr Rechtsanwälte Og
4. Belgium – Covington & Burling Llp
5. Brazil – Felsberg Advogados
6. Bulgaria – Djingov, Gouginski, Kyutchukov & Velichkov
7. Canada – Osler
8. Chile – Palma & Palma Abogados
9. Colombia – Peña Mancero Abogados
10. Costa Rica – Thompson Abogados
11. Czech Republic – Havel, Holásek & Partners S.R.O.
12. Denmark – Beck – Bruun
13. EU – Covington & Burling Llp
14. EU Institutions & Bodies – European Commission
15. Germany – Covington & Burling Llp
16. Hong Kong – Deacons
17. Hungary – Oppenheim Law Firm
18. India – Vaish Associates Advocates
19. Ireland – Mason Hayes Curran
20. Israel – Vigal Arnon & Co
21. Italy – NCTM
22. Japan – Atsumi & Sakai
23. Lithuania – Valiunas Ellex
24. Luxembourg – Arendt & Medernach SA
25. Malaysia – Christopher Lee Ong
26. Malta – GVTH Advocates
27. Mexico – Laurant Abogados
28. Morocco – Hajji & Associes
29. Netherlands – Vondst Advocaten
30. Poland – Soltysinski Kawecki & Szlezak
31. Portugal – Coelho Ribeiro E Associados
32. Romania – Nestor Nestor Diculescu Kingston Petersen
33. Singapore – Wongpartnership Llp
34. Slovakia – Havel, Holásek & Partners S.R.O
35. Slovenia – Rojs, Peljhan, Prelesnik & Partnerji
36. South Africa –Adams & Adams
37. South Africa – Lee & Ko
38. Spain – Garrigues
39. Sweden – Mannheimer Swartling Advokatbyrå Ab
40. Switzerland – Lenz & Staehelin
41. Taiwan – Lee And Li, Attorneys-At-Law
42. Turkey – Elig
43. Uae – Al Tamimi & Company
44. Uk – Covington & Burling Llp
45. Usa – Covington & Burling Llp

La Responsabilidad Civil en la Era Digital
- Autor: Daniel Peña Valenzuela (director)
- Editorial: Universidad Externado de Colombia
- Lugar de Edición: Bogotá, Colombia
- Fecha de Edición: Septiembre de 2007
- ISBN-13: 978-958-710-248-2
- Páginas: 223

«De la firma manuscrita a las firmas electrónica y digital» de Daniel Peña
Autor: Daniel Peña Valenzuela
Editorial: U. Externado de Colombia
Categoría: Derecho Internacional
Año de Edición: 2015
Idioma: Español
Formato: Libro Impreso
Número de páginas: 302
ISBN: 9789587724097
SAP: 530004446
Sinópsis:
La firma manuscrita ha sido una categoría fundamental para el derecho desde hace varios siglos. Como signo permite identificar al suscriptor de un documento que acepta el contenido del mismo. También sirve para expresar el consentimiento, contraer obligaciones y perfeccionar contratos. Con la revolución de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones los documentos se han desmaterializado en la forma de «mensajes de datos», y como consecuencia, la firma electrónica aparece como método tecnológico neutral y confiable con «equivalencia funcional» a la firma tradicional.
La firma electrónica se ha incluido en el ordenamiento jurídico colombiano con base en el modelo de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (CNUD\\II). Con la Ley 527 de 1999 se incorporó la firma digital y las entidades de certificación. La incorporación de estos métodos de autenticación e integridad en una variedad de leyes, decretos y en la jurisprudencia significa un avance en la inserción de Colombia en la Sociedad de la Información Digital.
Esta obra permite, con base en el marco legal nacional e internacional, una aproximación entre la tecnología y el derecho, con el fin de facilitar la aplicación práctica de la firma electrónica y firma digital en los esquemas de ciberseguridad, en las comunicaciones electrónicas, en los procedimientos judiciales y administrativos y en el comercio electrónico.
Áreas de práctica

Litigios

Arbitraje Nacional e Internacional

Contratación Internacional

Fusiones y Adquisiciones

Derecho Societario

Derecho Comercial

Propiedad Intelectual

Derecho de la Competencia

Cooperación Internacional y Entidades Sin Ánimo de Lucro

Inversión Extranjera

Derecho Migratorio

ESG: Gobierno Ambiental, Social y Corporativo

Cumplimiento

Derecho Tributario

Derecho Cambiario

Derecho Minero

Derecho Energético

TMT Tecnología, Media y Telecomunicaciones

Protección de Datos Personales

Protección al Consumidor

Derecho Laboral y Seguridad Social

Derecho Inmobiliario y Urbanístico

Regulación COVID 19
¿Qué te ofrecemos en trabajo Pro-Bono?
En Peña Mancero Abogados S.A.S tenemos un compromiso con el centro para la Justicia Internacional CYRUS R. VANCE CENTER con quién ofrecemos un acompañamiento legal frente al Consejo de Estado, Corte Constitucional o Corte Suprema de Justicia en los casos de relevancia nacional en dónde los interesados necesiten de nuestra asesoría. También diseñamos estrategias legales concretas en asuntos de derechos privado para nuestros usuarios y damos apoyo jurídico en sus procesos frente a los jueces de la república.
¿Quiénes somos?
Somos PEÑA MANCERO ABOGADOS una firma jurídica que presta servicios legales basados en tres principales ejes que son: 1. La óptima calidad en el servicio 2. La atención pronta y personalizada y 3. Tarifas razonables y agradables a los clientes.
Desde el 2010, PM ABOGADOS realiza el acompañamiento integral de clientes colombianos y extranjeros que quieren realizar negocios en Colombia o que quieren expandir sus fronteras al exterior.
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